jueves, 28 de enero de 2010

Puedo ponerme cursi y decir que tus labios me saben igual que los labios que beso en mis sueños. Puedo ponerme triste y decir que me basta con ser tu enemiga, tu todo, tu esclava, tu fiebre, tu dueña. Y si quieres también puedo ser tu estación y tu tren, tu mal y tu bien, tu pan y tu vino; tu pecado, tu Dios, tu asesino. O tal vez esa sombra que se tumba a tu lado en la alfombra, a la orilla del a chimenea a esperar que suba la marea. Puedo ponerme humilde y decir que no soy la mejor, que me falta valor para atarte a mi cama. Puedo ponerme digno y decir: Toma mi dirección cuando te hartes de amores baratos, de un rato me llamas. Y si quieres también puedo ser tu trapecio y tu red, tu adiós y tu ven, tu manta y tu frío; tu resaca, tu lunes, tu hastío. O tal vez ese viento que te arranca del aburrimiento y te deja abrazado a una duda, en mitad de la calle y desnuda. Y si quieres también puedo ser tu abogado y tu juez, tu miedo y tu fe, tu noche y tu día; tu rencor, tu por que, tu agonía.

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